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Bebe el agua de tu propia cisterna, y las corrientes de tu propio pozo.  (Proverbios 5:15)



Acostumbrados a la educación moderna, las personas iniciamos la vida escolar sometiendo nuestros cerebros unos más otros menos, a una especie de adoctrinamiento siguiendo instrucciones y asimilando en base a la información que recibimos de otros.


Este modelo se sigue hasta bien entrada la juventud y suele ser el sistema para prepararnos para producir y conseguir los medios económicos para subsistir. Hasta ahí, si logramos tener “éxito”, solemos darnos por bien servidos. Bien.


Excepto por aquellas sabias palabras que nos recuerdan “no sólo de pan vive el Hombre” y el hambre que en unos más y en otros menos persiste en el Ser, intenta iniciar la búsqueda bajo los mismos principios de costumbre: hallar un Maestro que nos instruya, nos diga cómo, nos pase información, etc.


Hace décadas nos vienen alertando “no es lo mismo conocimiento que información” y la máxima socrática vibra más allá de lo que podemos ignorar tomándolo a la ligera: “conócete a ti mismo”.

Beber el agua de la propia cisterna, del propio corazón… es sumergirse en el propio yo, sondear mi corazón, encontrar el significado de mis afectos, observarme con misericordia con la intención de aliviar las cargas reales e imaginarias, comprender que si he dejado correr los años sin escucharme, sin conocerme, sin atenderme es de esperar que el desarrollo del conocimiento de mí mismo se encuentre frenado. Cuando nos vemos a nosotros mismos las reacciones son muy variadas, y un equilibrio entre búsqueda personal e interior puede apoyarse con la auto observación exterior y nuestra relación con otras personas. Cada grupo humano, llámese familia, compañeros, amigos, sociedad es como un salón de espejos para mirarnos, para alcanzarnos esas partes que están fuera de nuestro campo visual.


De manera cotidiana solemos escribir, redactar mensajes prácticos que tiene como función comunicar necesidades y reacciones; al interactuar con nuestros compañeros sociales escribimos mucho este tipo de mensajes y rara vez redactamos a profundidad una carta, una anécdota, un ejemplo tomado de nuestra propia experiencia, a lo largo del día leemos mucho, textos que alguien sí redactó que realizó su composición escrita para sus propios fines y el “reenvió y el copie y pegue” se ejecuta decenas de veces, bebemos agua de otras cisternas.


En la vida diaria cuando se presenta “un problema” un variable periodo de tiempo lo observamos aparentemente sin reaccionar dentro de nosotros la mente saca medidas, hace comparaciones, sopesa soluciones y entonces empezamos a entender el problema e iniciamos una toma de decisiones desde la superficie, y como un mensaje recibimos y mandamos de regreso por una vía que se quedó en lo mental y no bajó al propio pozo. Y ahí vamos por la vida, navegando entre el pasado y el futuro, “resolviendo”, llevando y trayendo información no asimilada no haciéndola nuestra. Como menciona Mafalda “lo urgente no deja tiempo para lo importante”.


Y lo que realmente importa es … lo que realmente importa, no nos lo dirá un maestro, un instructor, o viene en manuales o en textos, lo que nos alimentará más allá del pan, es el contenido de nuestro corazón, ahí donde vive el Amor y la Fe, donde radica el Valor y el Coraje para buscar el agua que fluye y vive dentro de nosotros en un camino que nos lleva a nuestro propósito único y personal.


Te invito a escribir... una escritura profunda de lo que brota de tu corazón, ahí podrás en forma palpable observar lo que la propia fuente contiene y es capaz de crear, pero sobre todo, te invito a leer "el libro" corazón, a leer el libro "intuición" que habitan dentro de ti. Y te invito a compartir ese diálogo profundo con un amigo. Platón decíaque “las mejores ideas surgen bajo la luz que se produce en el diálogo entre dos amigos” pero no un diálogo superficial y urgente sino uno profundo, de caudales nacidos del corazón.



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